GAZETA HBBL #23
JORNADA 2: AVES RAPACES VS RATAZ
El optimismo Halfling.
Colibrí, el halfling de los Aves Rapaces estaba totalmente entusiasmado con el segundo partido de la liga. Se enfrentaban a Rataz un equipo de Skaven. Tenía la esperanza de hacer por fin una gran jugada que le hiciese consolidarse como un jugador indispensable en el equipo. Llevaba toda la semana pensando en cómo iba a sorprender a sus compañeros y tenía una idea aproximada: se mantendría lejos de la rata ogro (por su propia integridad física) y se colocaría en una buena posición para recibir un pase y marcar un sencillo touchdown.
Su entusiasmo se acrecentó cuando el entrenador le dijo que esa mañana jugaría de titular. Por fin parecía que la suerte estaba de su lado. Gracias a su plan y la confianza del entrenador, captaría la atención de los medios y se empezaría a hablar de él tan bien como suelen hablar de ese engreído de Cuervo, la estrellita del equipo. De lo que no se había percatado Colibrí, era de que ese día sería titular debido a la baja de su compañero Tórtola, que tenía un brazo roto.
Empezó el partido y Colibrí se posicionó bien lejos de la zona de defensa. Quería destacar, pero no por recibir golpes gratuitamente. El equipo skaven pateó el balón y Colibrí empezó a correr hacia donde parecía que iba a caer. Cuando el balón calló por fin, éste dio un rebote repentino que pasó por encima de él y cuando se fue a dar la vuelta vio como Quebrantahuesos atrapaba fácilmente el balón antes de que cayese al suelo y empezaba a correr seguido por el resto de sus compañeros. Colibrí intentó alcanzar al resto del equipo, pero no conseguía seguir su ritmo. Era como si todas las jugadas que habían ensayado en los entrenamientos no hubiesen valido para nada, no conseguía recordar ninguna de ellas. Además, según iba avanzando el partido, parecía como si sus compañeros se hubiesen olvidado de que él estaba ahí. Se pasaban la pelota y se gritaban entre ellos, pero en ningún momento se dirigieron a él.
Se acercaba el final del partido y el único punto del plan de Colibrí que se había cumplido era el de mantenerse lejos de la rata ogro. De hecho, se había mantenido lejos de todos los jugadores rivales. Se había dedicado a correr de un lado al otro del campo sin traspasar al campo del rival. A pesar de que el partido iba bastante bien para su equipo (iban ganando 3-1), Colibrí no estaba nada contento. Había pasado totalmente desapercibido para todos: era como si no hubiese jugado el partido.
Sin embargo, en un momento de lucidez consiguió ver como sus compañeros placaban con dureza a dos líneas skaven y les dejaban indefensos en el suelo. Esa era su oportunidad, iría corriendo y pisaría a uno de esos líneas, le lesionaría y el público le aplaudiría. Sin dudarlo, se acercó a toda velocidad al rival caído y cuando le quedaba a penas un metro para llegar a él saltó todo lo que pudo para pisarle la cabeza. Mientras se mantenía en el aire vio el tiempo pasar a cámara lenta; sus compañeros le miraron sorprendidos, incluso Avestruz sonrió al ver como iba a realizar esa intrépida falta que podría costarle la expulsión (a ese ogro le encantaba la violencia en todas sus manifestaciones). Parecía que el público aguantó la respiración durante un momento y el skaven que iba a recibir la falta vio aterrado como un pie halfling iba directo a su cara. Todo era perfecto, había llegado su momento. Comenzó a estirar su pequeña pierna en dirección a su rival y pudo sentir su pelaje sudoroso en la planta de su pie. De hecho, ese pelo estaba demasiado sudoroso y grasiento, tanto que se le resbaló el pie sobre el sucio skaven arrastrándolo desde la cabeza hasta la espalda y cayó al suelo. La caída debió ser bastante ridícula, ya que se oyó a todo el estadio romper en carcajadas, cosa que aprovechó el skaven para escapar rápidamente de la jaula que le habían preparado sus compañeros.
El árbitro pitó el final del partido y todos los jugadores de los Aves Rapaces celebraron la victoria en el centro del campo. Colibrí se mantenía algo apartado, todavía dolido por la caída que había sufrido por sus propios méritos hace solo unos minutos. Sintió que ya no quería seguir sobre el campo y se dirigió al túnel de vestuarios. De repente sintió un fuerte manotazo en la espalda que casi le tira al suelo de cabeza. Era Avestruz que le alcanzó corriendo. El ogro le sonrió y le dijo "No ha estado tan mal grandullón, al menos nos has hecho reír" y soltó una risotada. Colibrí no se inmutó, apartó la mirada y siguió su camino. Pero el ogro le alcanzó con dos pasos de sus enormes piernas y añadió "Ya aprenderás a hacer faltas, no es tan sencillo como parece. De todas formas ¿no te gustaría centrarte en marcar touchdowns? Me gustaría ayudarte con eso, tengo grandes planes para ti...". El feo rostro del ogro dibujó una sonrisa y simuló un lanzamiento de balón con su pesado brazo derecho. Colibrí pensó que su compañero era incluso más tonto de lo que parecía, jamás le dejarían coger el balón y hacer un pase por muy bien que pintase el encuentro.
Corresponsal: Jarl
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